Me ocurre a menudo que ciertas personas se acercan a mí con pena o cierta vergüenza para reconocerme que ellas también son PAS, como si ser altamente sensible fuese algo malo, una debilidad.
Lo primero que hay que aclarar es que la alta sensibilidad es un rasgo de la personalidad neutro, ni negativo ni positivo de por sí, pero con sus cosas buenas y malas también.
Pero no se trata de un trastorno, un déficit ni una enfermedad, para nada…Se trata de un rasgo de personalidad de otros muchos que conforman tu personalidad. Y las personas altamente sensibles podemos ser muy diferentes entre nosotros porque tenemos otros muchos rasgos de personalidad que nos diferencian.
La primera persona en poner nombre a este rasgo y comenzar a difundirlo fue la psicóloga estadounidense Elaine Aron, que es la escritora del famoso libro “El don de la sensibilidad” y estableció los 4 pilares o características básicas que toda persona altamente sensible tiene.
Son los siguientes (puedes encontrar más detalle de estas características en este artículo):
- Profundidad de procesamiento de la información
- Tendencia a la sobreestimulación
- Alta emocionalidad y empatía
- Elevada sensibilidad sensorial
Seguramente al leer estas cuatro características ya te sientas identificada como altamente sensible. Si no, puedes realizar este breve test de 12 preguntas para tener un resultado más preciso.
Y ahora que ya tienes un poco más clara la idea de en qué consiste la alta sensibilidad, puedes decir…”ya, Beatriz, dices que es un rasgo neutro, pero es que yo sólo percibo las molestias y este rasgo me hace sufrir mucho. Me siento diferente al resto, como un bicho raro, sintiendo y reaccionando a los acontecimientos de forma diferente y a veces desmedida. Me gustaría no ser tan sensible, ser como los demás…”
Bueno, si piensas así no estás sola, porque hay muchas personas que sienten lo mismo, es algo muy común sentirse diferente al resto. La clave está en cómo interpretemos esa diferencia y en cómo tu entorno te ha hecho sentir desde pequeña por sentir diferente a los demás.
Si en tu infancia tu sensibilidad fue aceptada y bien valorada estás de suerte porque seguramente ahora puedas gestionarlo con mayor naturalidad, sin avergonzarte por ello, sacando partido a tu sensibilidad y expresándola con seguridad en tus relaciones sociales sintiéndote especial por ello.
Sin embargo si en tu infancia tu sensibilidad no fue bien aceptada, fue ocultada, censurada o reprochada, tienes más opciones de sufrir ciertos trastornos en tu edad adulta.
Pero esto no es algo irremediable, porque para eso estamos aquí, para ayudarte a conocerte mejor, a reconciliarte con tu pasado y con tu sensibilidad, conocer nuevas herramientas que te hagan sentir bien, sentirte más segura y confiada, con tu manual de instrucciones para cuidarte bien, como mereces y poder disfrutar de tu sensibilidad.
Cuando las PAS descubrimos este rasgo de sensibilidad lo habitual es sentir una gran emoción al principio, como una revelación, de repente todo encaja y entiendes cosas que te han sucedido. Pero pasado un tiempo si no cambias nada en tu vida, no mejorará tu gestión del rasgo y las mismas molestias que tenías hasta ahora se mantendrán y eso puede producirte frustración.
Por eso es importante profundizar en el rasgo o acompañarte de un profesional que pueda ayudarte en este camino del autodescubrimiento para que tomes medidas y puedas adaptar tu estilo de vida para aprovechar mejor las ventajas y protegerte de las molestias. Si quieres más información de cómo puedo acompañarte, puedes consultarlo aquí. Estaré encantada de acompañarte en este camino de empoderamiento como persona altamente sensible.
Y respecto a ponerte la “etiqueta” de “altamente sensible”…¿para qué puede servir esto? ¿para qué sirven las etiquetas? Para distinguir una cosa de otra, pero ¿en qué medida? Está bien que nosotros sepamos que tengamos este rasgo de personalidad y no hay problema en comentarlo a tus personas más cercanas pero hay que tener cuidado con ciertos aspectos:
Es posible que te hagan demasiadas preguntas sobre el rasgo que ahora mismo todavía no sepas ni contestar, así que es más recomendable primero investigar cada uno para tener claro en qué consiste y cómo puedes hacer para eliminar molestias. No hay prisa en contarlo a los demás, ni mucho menos obligación.
Hay gente que se pone la etiqueta como medida de protección para que la gente los trate diferente, como si los demás fuesen los que tienen la culpa y tuviesen que cambiar su manera de comportarse con ellos, pero no es así. La “culpa” o “responsabilidad” de que tú seas altamente sensible no la tienen los demás. No es “culpa” de nadie, porque es algo que no se elige, que viene determinado de forma biológica y hereditaria. Y es tu “responsabilidad”, no la de los demás, cuidarte para sentirte bien, equilibrada, con energía y a gusto contigo misma y en la mayoría de relaciones sociales en las que te vas a ver envuelta.
Es posible que inicialmente la gente no entienda en qué consiste esa etiqueta y lo que se produzca sea indiferencia o irritación, como si estuvieses llamando la atención en sentido negativo. Y eso precisamente es lo último que nos interesa, así que es importante ser cauta de a quién lo cuentas, cuándo y cómo lo cuentas.
Si te pones una etiqueta, que no sea para responsabilizar al resto de que eres más sensible, de que te saturas y te estresas antes que los demás. Es tu responsabilidad lidiar con eso y cuidarte. Lo máximo a lo que pueden llegar es a aceptarte cómo eres, de la misma manera que tú puedes llegar a aceptar que el otro también es como es.
Las etiquetas pueden limitar, no protegen. No te la pegues ni permitas que te la coloquen. No eres ningún bicho raro y puedes hacer lo mismo que los demás y alcanzar resultados igualmente.
Si hay momentos en los que crees conveniente contarlo, puedes explicar qué te ocurre, que te cansas rápido, que hay lugares donde no te sientes muy bien o situaciones que te cuestan. Si lo dices con una sonrisa y con sentido del humor “Ya sé que no es así para la mayoría de la gente, pero he aprendido a escuchar mi cuerpo y aceptar mis límites; no tiene que ver contigo, soy yo, soy así de especial,eso es todo”. De esta manera te responsabilizas tú, no echas la culpa a los demás y pueden entenderte mejor.
La sensibilidad no es blanco o negro, todas las personas tienen cierta sensibilidad. 2 personas de cada 10 tenemos el sistema neurosensorial más sensible que el resto y por ello nos consideramos altamente sensibles. Con esto quiero decirte que somos muchas las personas que compartimos este rasgo y seguramente a tu alrededor existan muchas personas altamente sensibles como tú que quizá no has descubierto hasta ahora.
Nunca te avergüences de ser altamente sensible o “demasiado” sensible. Eres como eres y punto. Cada persona es única y tu rasgo de personalidad tiene muchos puntos positivos que te hacen muy especial y consigue que las personas consigan contigo una conexión única.
La clave es conocerte bien y saber con qué herramientas cuentas para gestionar bien tu sensibilidad, conservar tus puntos de energía, sentirte bien durante todo el día tanto en tu relación contigo misma como con los demás.
Estoy aquí para ayudarte a conseguirlo. Escríbeme a positivasensibilidad@gmail o a través de Contacto y hablamos.
Te espero, un abrazo
Beatriz 😉